Foto; La gente del barrio.
Viven en Malacca, en un lugar llamado “Medan Portugis”.
Se conocen a si mismos como “Kristang”, y hablan una lengua criolla, mezcla de portugués y malayo, con un acento dulce y antiguo.
Hoy día quedan apenas mil.
Los “kristang” son los descendientes de los portugueses asentados en Malasia.
He conocido muchos eurasiáticos en mis viajes. En Colombo, en Kochí, en Goa, gente amable, bien educada, y normalmente de las clases mas altas de la sociedad.
Los kristang son diferentes, son pescadores muy humildes.
Luchando por conservar su herencia, su lengua, y la franja de terreno que los une al mar, su medio de vida.
Ayer pasé el dia entre ellos. Oyendo, lejos de casa, palabras que me sonaban familiares.
La familia D’Acosta me acogio en su restaurante, y pasamos la tarde chapurreando en castellano, portugues e ingles... Hablando de lo que fueron y lo que son, desvelandome historias de sus vidas, de su cocina, de su religon.
Paseé la calle Sequeira y la calle Alburquerque, entre casas viejas de madera, con porches y jardines bien cuidados, bajo una lluvia suave e insistente.
Se conocen a si mismos como “Kristang”, y hablan una lengua criolla, mezcla de portugués y malayo, con un acento dulce y antiguo.
Hoy día quedan apenas mil.
Los “kristang” son los descendientes de los portugueses asentados en Malasia.
He conocido muchos eurasiáticos en mis viajes. En Colombo, en Kochí, en Goa, gente amable, bien educada, y normalmente de las clases mas altas de la sociedad.
Los kristang son diferentes, son pescadores muy humildes.
Luchando por conservar su herencia, su lengua, y la franja de terreno que los une al mar, su medio de vida.
Ayer pasé el dia entre ellos. Oyendo, lejos de casa, palabras que me sonaban familiares.
La familia D’Acosta me acogio en su restaurante, y pasamos la tarde chapurreando en castellano, portugues e ingles... Hablando de lo que fueron y lo que son, desvelandome historias de sus vidas, de su cocina, de su religon.
Paseé la calle Sequeira y la calle Alburquerque, entre casas viejas de madera, con porches y jardines bien cuidados, bajo una lluvia suave e insistente.
Por la noche cene en su restaurante. El viejo Mendis salia a menudo desde la parrilla a saludarme, y sonreia mientras con voz de nigno susurraba, “cansadu....”.
Roy, el hijo mayor, no paró de preocuparse por mi, y, muy serio, me transmitió algún secreto de familia, mientras recordaba emocionado el año que el equipo de futbol de Oporto les visitó.
Roy, el hijo mayor, no paró de preocuparse por mi, y, muy serio, me transmitió algún secreto de familia, mientras recordaba emocionado el año que el equipo de futbol de Oporto les visitó.
Foto; Mendis Dacosta, muchos años en la mar.
A Pedro, mientras limpia las mesas del “Restoran de Lisbon”, le chispeaban los ojos cuanto comentaba cuanto le gustaría visitar Portugal. Lisboa debe ser “moito bonito”. “Too much money”, suspiraba resignado.
Y así pasé el día, con una sensación de nostalgia y felicidad parecida a la que he tenido recorriendo las calles de Lisboa o Panaji.
Muito obrigado…
A Pedro, mientras limpia las mesas del “Restoran de Lisbon”, le chispeaban los ojos cuanto comentaba cuanto le gustaría visitar Portugal. Lisboa debe ser “moito bonito”. “Too much money”, suspiraba resignado.
Y así pasé el día, con una sensación de nostalgia y felicidad parecida a la que he tenido recorriendo las calles de Lisboa o Panaji.
Muito obrigado…
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