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Me refugio en el Buda,
me refugio en el Dharma,
me refugio en la Shanga.
Algunas tardes me paseaba por la costa, de Unawatuna a Galle, y durante esos 10 kilómetros de asfalto y sol ardiente, me detenía cien veces a charlar con los pescadores, con las chicas risueñas, con los niños que jugaban al cricket en la playa.
No era fácil ir deprisa entre tanta sonrisa. A mi izquierda el Índico rugía bravo, y a mi derecha las vías del tren parecían un sendero de hormigas.
El camino y mi cabeza comenzaban a cocerse cuando alcanzaba las murallas de Galle. Entraba contento en sus muros y recorría las calles porticadas, sombreadas y añejas, hasta la casa de Lakmali. Allí me esperaba un té con jengibre y una conversación con ella y sus hijos.
Todo esto me vino a la memoria esta mañana, porque hoy hace 4 años que una cruel ola arrasó toda la costa de Sri Lanka, matando mas de 50 mil personas.
Descansen en paz, ellos y el resto de asiáticos que se llevo el tsunami.
Guru Masala
No era fácil ir deprisa entre tanta sonrisa. A mi izquierda el Índico rugía bravo, y a mi derecha las vías del tren parecían un sendero de hormigas.
El camino y mi cabeza comenzaban a cocerse cuando alcanzaba las murallas de Galle. Entraba contento en sus muros y recorría las calles porticadas, sombreadas y añejas, hasta la casa de Lakmali. Allí me esperaba un té con jengibre y una conversación con ella y sus hijos.
Todo esto me vino a la memoria esta mañana, porque hoy hace 4 años que una cruel ola arrasó toda la costa de Sri Lanka, matando mas de 50 mil personas.
Descansen en paz, ellos y el resto de asiáticos que se llevo el tsunami.
Guru Masala